martes, 21 de mayo de 2013

Ésta es una de esas historias que se escuchan siempre en la mar y para las que el propio casco del buque es la mayor caja de resonancia y el trepidar de las máquinas su mejor 
acompañamiento. Historias que jamás hay que preguntar de dónde vienen.
El Nellie, un bergatín de considerable tonelaje, se inclinó hacia el ancla sin una sola vibración de las velas y permaneció inmóvil. El flujo de la marea había terminado, casi no soplaba el viento y, como había que seguir río abajo, lo único que quedaba por hacer era detenerse y esperar. Pueden ustedes llamarme Ismael. Hace algunos años - no importa cuántos exactamente -, con poco o ningún dinero en mi billetera y nada de particular que me interesara en la tierra, pensé darme al mar y ver la parte líquida del mundo. 
Nunca me había pasado de andar sin un peso en el bolsillo. No podía comprar nada y no me quedaba nada por vender. 
Como ustedes no lo ignoran, yo he viajado mucho; esto me ha permitido corroborar la afirmación de que siempre el viaje es mas o menos ilusorio, de que nada nuevo hay bajo el sol, de que todo es uno y lo mismo, etcétera, pero también paradójicamente,  de que es infundada cualquier desesperanza de encontrar sorpresas: en verdad el mundo es inagotable. Una noche sentado en un bar, hablando en voz más bien alta sobre una persona a la que odiaba, cuando el que estaba a mi lado, un hombre con barba, me dijo amistosamente: ¿Por qué no lo hace matar?

II.

Estoy en una etapa de mi vida en que no se si soy una tragedia o una comedia. Hay un cuento infantil muy difundido que narra cómo una tortuga logra vencer en una carrera contra una liebre, nada menos. En el cuento, la liebre termina siendo derrotada cuando, al confiarse en su velocidad, se distrae y demora repetidas veces durante el trayecto de la competencia.

- ¡Hay que tener buena mano! - dijo el danés -. Podría contarles yo una historia...
- ¡Nada de historias! - interrumpió el dueño-; lo que quisiera es conocer su opinión ¿Cree usted que en el juego todo es suerte o hay algo más?
- Antes de que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia. 

III.

Todo empezó por un número equivocado, el teléfono sonó tres veces en mitad de la noche y la voz del otro lado preguntó por alguien que no era él. Mucho más tarde cuando pudo pensar en las cosas que le sucedieron, llegaría a la conclusión de que nada era real excepto el azar. En mitad de la selva, en la más oscura noche de los grandes árboles, rodeado del húmedo silencio esparcido por las vastas hojas del banano silvestre, conoció el Gaviero el miedo de sus miserias más secretas, el pavor de un gran vacío que le acechaba tras sus años llenos de historias y paisajes. 
Toda la noche permaneció el Gaviero en dolorosa vigilia, esperando, temiendo el derrumbre de su ser, su naufragio en las girantes aguas de la demencia. Saber que no lo atraparán equilibra las cosas, le da sentido a huir. La cárcel es profunda y de piedra. 
La celda tenia las paredes desnudas, pintadas con cal. Una ventana estrecha y con reja, horadada muy alto para que no se pudiera alcanzar, alumbraba el cuarto, claro y siniestro.
Derivaba un cierto consuelo de su trato con las gentes. Vertía sobre los oyentes la melancolía de sus largos viajes y la nostalgia de los lugares que eran caros a su memoria y de los que destilaba la razón de su vida. 
Ahora van a ver quien soy yo, se dijo, muchos años después de que viera por primera vez el trasatlántico inmenso, sin luces y sin ruidos que una noche pasó frente al pueblo como un gran palacio deshabitado... 

IV.
Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro.













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